¿Sabes que son los mandatos familiares?
Cada sistema familiar necesita de los más jóvenes, para llevar adelante y terminar aquello que quedó inconcluso de aprender por algún antepasado.
Así en cada familia, cada miembro recibirá la influencia y expectativa de sus antepasados, para vivir determinadas experiencias incluida desarrollar un tipo de vocación; palabra que deriva del latín “vocare” y que significa “llamado”.
A la cual literal y totalmente inconsciente nos sentimos “llamados” a cumplir. Esa, es la forma esencial como se configura el guion de vida de cada persona.
Todo aprendizaje de vida es individual, a su vez, está al servicio de la conciencia familiar.
Entender esto, supone de modo inmediato hacer conciencia de lo siguiente: la vida individual está al servicio de la vida colectiva, y el primer colectivo es la familia.
Eso, independiente que no sepamos nada lo que hubiera sucedido hacia atrás en nuestra familia.
No existen familias con mejores historias que otras. Tampoco existen las familias “malas” o “buenas”. Existen familias.
Te has puesto a pensar en cuantas historias de abusos, abandonos, muertes, pobreza, guerras, pero también de amor, alegría, riqueza, creatividad, etc, tuvieron que vivir nuestros antepasados.
Piensa que, en tan solo 11 generaciones han pasado 4096 antepasados nuestros, y todos ellos en no más de 350 años.
¿De dónde salieron todos ellos? ¿A cuánto tuvieron que sobrevivir? ¿Puedes imaginar todo el legado de fuerza y talentos que viven en ti, que permiten que tú existas?
Sus influencias viven en nosotros como un mandato, un tipo de imposición inconsciente que nos mueve en una dirección u otra.
Parte de un árbol que lleva mucho tiempo, que tiene mucha fuerza y que paradójicamente, lo que necesita de nosotros es que podamos definir que camino hacer y, sobre todo, quien ser en esta vida.
Entonces, vivimos en una tensión permanente inconsciente, entre la influencia del sistema familiar que nos hace repetir experiencias y, por otro lado, el deseo de nuestro sistema familiar para que podamos alcanzar nuestra realización personal, o también conocida como individuación.
Así, vamos experimentando etapas donde somos más “sumisos y dóciles” en la tarea de complacer a otros, en especial a nuestra familia de origen.
Hasta que a veces, algo nos hace despertar y tomamos la fuerza para decidir por nosotros mismos, y vivir de manera más autónoma.
Con la comprensión de que no es necesario someterse la voluntad de otros para ser querido.
En otras ocasiones, “esa rebelión de la voluntad de otros”, se paga al precio de la culpa, la frustración, o el reproche familiar, por decidir liberarse de ataduras y vivir como se quiere.
Pero ese mismo proceso de realización personal, de individuación, y de vivir la vida propia en función de uno mismo, puede ser libre de culpa y frustración.
Con gratitud, comprensión y reconocimiento, a la vida, y a nuestros antepasados.
Reconocer los los mandatos y contramandatos que hemos recibido como herencia, y despertar a esa consciencia es el inicio de la sanación.
De comprender a nivel profundo, que no estaban escritos para siempre, que somos libres de elegir, y que existe una voz más fuerte que la voz de la familia y su historia. La propia.
Dar esos pasos hacia la realización, hace caer poco a poco los personajes asumidos por lealtad familiar, y deja salir tu verdadera identidad.
Que es posible elegir sin culpa para reinventarse o autodescubrirse, momento a momento.
Solo existimos, gracias a todo lo que nuestros antepasados tuvieron que vivir.
Somos parte de un sistema familiar, pero al mismo tiempo tenemos la posibilidad de elegir y construir, a través de sanar esas voces ancestrales, dándoles un lugar de consciencia, sin repetir un destino, ni copiar un modelo de la familia a la que pertenecemos.
La mejor manera de mostrar nuestro respeto, amor y honrar a nuestros antepasados es liberarnos de las ataduras que imponen los mandatos familiares, y atrevernos a vivir con más armonía, abundancia, alegría, y realización, precisamente para su memoria y mayor alegría. Así todo lo que ellos tuvieron que vivir no habrá sido en vano.
¿No sería lindo ver, alguna vez, las cosas desde una perspectiva diferente?
Para esas situaciones, de las que buscas aprender, o abrirte a más consciencia para transformar aspectos de tu vida cotidiana, hacia más armonía, plenitud y fuerza, estoy disponible.
Acompañarte en ese camino es lo que me entusiasma, y a lo que me dedico. Mi experiencia personal, y vocación profesional al servicio de ayudar, lo transformé en mi profesión.